¡El Wamani está aleteando grande; está aleteando!
— dijo “Atok’ Sayku ”, mirando la
cabeza del bailarín.
Danzaba ya con brío. La sombra del cuarto empezó a henchirse
como de una cargazón
de viento; el dansak’ renacía. Pero su cara,
enmarcada por el pañuelo blanco, estaba más
rígida, dura;
sin embargo, con la mano izquierda agitaba el pañuelo rojo,
como si fuera un trozo de carne que luchara.
Su montera se mecía con todos sus espejos;
en nada se percibía
mejor el ritmo de la danza.
“Lurucha” había pegado el rostro al arco del arpa.
¿De dónde
bajaba o brotaba esa música?
No era sólo de las cuerdas y de la madera.
Extracto de: "La Agonía de Rasu Ñiti", José María Arguedas (1961)
óleo sobre tela
45.5x120cm
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Diablo de Cajabamba, 2021
óleo sobre tela
100x70cm
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Diablo Mayor (Diablada Puneña), 2021
óleo sobre tela
119x91cm
Diablicos de Huancabamba, 2021
óleo sobre tela
100x70cm
Huaylas I, 2021
óleo sobre tela
85x60cm
Huaylas II, 2021
óleo sobre tela
85x60cm
Munanakuy I, 2021
óleo sobre tela
106x75cm
Munanakuy II, 2021
óleo sobre tela
106x75cm
Wallatas I, 2021
óleo sobre tela
85x60cm
Wallatas II, 2021
óleo sobre tela
85x60cm
Ayarachi, 2020
óleo sobre tela
80x80cm
Niña Bailando Wititi, 2020
óleo sobre tela
100x93cm
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Joven Caporal, 2020
óleo sobre tela
60x40cm
Moreno, 2020
óleo sobre tela
110x90cm
Dos Diablos, 2020
óleo sobre tela
80x60cm
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